domingo, 28 de abril de 2013

1º de Mayo: Dia de los trabajadores.

  

    


                               La fiesta de los trabajadores
                                                          Cuento


Otoño de 1992.
En algún lugar de América Latina.



   Aquel otoño, tenía prisa por darle espacio al invierno, la temperatura había bajado a niveles casi glaciales. Abril estaba terminando, pero la huelga parecía no tener fin. 
   Ya eran noventa y nueve días de ocupación...y la patronal aprovechó para tomarse unas vacaciones en Miami, ¿o quién sabe dónde? Nosotros estábamos resistiendo a duras penas, el Sindicato del Vidrio no pudo...¿o no quiso? encontrar una vía de solución para que no tuviéramos que decirle a nuestras familias, que ese invierno sería más frío, más triste y más angustiante.
  Míster Calahan y sus ejecutivos (compatriotas y nativos) recibían sus remesas de dólares semanalmente, sin atrasos y sin impuestos, aunque gracias a nosotros, no estuvieran trabajando; para ellos, no habría invierno. Sol, Casinos y putas, serían sus pasatiempos. Hasta que nos ganaran por cansancio, o por necesidad. 
  Nuestros parientes, vecinos de la Empresa y fervorosos militantes del Plenario de los Trabajadores, nos mantenían con su solidaridad, empatía,  fuerza combativa y con su inquebrantable esperanza de que nuestra victoria podría tardar, pero llegaría, para ejemplo de la región y de las futuras generaciones de trabajadores.

  Uno de esos días, la Compañía del Servicio Eléctrico (privatizada hacía cinco años) nos cortó el servicio por falta de pagos. El agua aún pertenecía al Estado, no corríamos el riesgo de perder el suministro.
   El trabajo de convencer a los que ya no resistían, de no volver a sus casas vencidos por la ignominia, fue faraónico, pues habíamos perdido ya a tres compañeros desde que comenzara la ocupación.  Se trataba de una ocupación en la que por concenso, solo las mujeres podían ir y venir a sus hogares cuando lo desearan, siempre que no abandonaran la causa.
  De un total de ciento cuarenta y ocho trabajadores movilizados, noventa y dos permanecimos atrincherados en las instalaciones de la Fábrica, reivindicando el aumento salarial prometido en el último conflicto, que duró dos semanas, y se suspendió por la promesa escrita de la patronal, en satisfacer nuestra demanda: un siempre tardío ajuste salarial. Promesa, que como muchos anticiparon, nunca se cumplió.
   Habíamos tenido que contener a compañeros, que asaltados por la impotencia, la rabia y la necesidad de reforzar su dignidad, querían destruir las máquinas, los materiales y todo lo que pertenciera a Mister Calahan.  No fue fácil convencerlos, de que eso mismo era lo que el "patrón" esperaba, matándose de risa mientras magreaba una jovencita en alguna playa de Florida States. Entre tanto, hacíamos fila para bañarnos cada dos días; calentábamos agua con cacerolas, en cocinillas a gas que los compañeros y el apoyo externo al edificio nos habían llevado. Eran las mismas en las que cocinábamos los guisos y sopas, que nos nutrían de calorías para resistir al frío, a la rutina y a la incoherencia.

  Finalmente, faltando un par de semanas para el 1º de mayo, amaneció soleado. La temperatura insistía en mantenerse baja, era la única cómplice de la patronal que quedaba en la Empresa.

          


  A las nueve de la mañana, estábamos reunidos en uno de los galpones, discutiendo la estrategia para el Día de los Trabajadores. Un murmullo creciente fue tomando cuenta del recinto, pues todos tenían ideas y querían ser oídos. En un estrado improvisado con una mesa de trabajo, cuatro compañeros delegados se destacaban por estar de pie sobre él. Uno de ellos, la compañera de nombre Miranda, usó un megáfono para pedir silencio. Cuando lo consiguió, comenzó a decir:
  _ ¡Compañeras y compañeros, nuestra situación está llegando al límite de la resistencia - varias voces la interrumpieron para decirle que no era cierto, pero no convencieron a  nadie - ¡Quiénes aún estamos aquí, y los que nos apoyan con víveres y combustible, deseamos resistir indefinidamente. Pero somos seres humanos, por lo tanto tenemos emociones, sentimientos y límites psicológicos! - Hizo una breve pausa para evluar lo dicho, carraspeó, tosió dos veces, tomó el megáfono y continuó: - ¡Los comapañeros y compañeras que así lo deseen, están libres para regresar a sus casas y abandonar la lucha.

     "¡A los que no lo hagan, les sugiero celebrar nuestro 1º de mayo aquí en la Fábrica, sin salir a la calle; sin hacerles número a quiénes nos han abandonado, esos que mañana serán candidatos a Legisladores o a Presidentes, impulsados por las multitudes que deberían defender y proteger.
  "Los que dicen lo que la gente quiere escuchar, y no lo que realmente quieren, o pueden hacer por la masa operaria!" _ Cuando hizo una nueva pausa, no volaba ni una mosca entre las decenas de compañeros presentes.
_ ¡Nos quedamos, compañera, nos quedamos!...¡Viva el Día de los Trabajadores! _ Fue suficiente, la exclamación de uno de los viejos trabajadores expresada con rabia, con rebeldía y con redoblado entusiasmo, avivó la llama que parecía extinguirse sin remedio en los últimos días de aquel frío e incierto mes de abril. 
   La algarabía combativa estremeció los cimientos de la fábrica, e inyectó energía esperanzadora en todos nosotros. Fueron varios minutos de gritos de guerra, cuyas consignas fueron sucedidas por las estrofas del Himno Nacional, cantado a capela hasta enrojecer las gargantas. Pude ver varios rostros bañados en lágrimas, un nudo en la garganta me obligó a callar, quise llorar de emoción, y apenas me salieron gemidos.
  Una gritería venida  del exterior, nos llamó la atención...y nos precipitamos a las puertas y ventanas abiertas del recinto. Lo que vimos, no hizo otra cosa que aumentar las emociones que se habían liberado en torrentes de adrenalina, y corrimos. Corrimos a toda prisa hacia los portones, hacia el encuentro de los vecinos, que atraídos por el canto de las consignas y del Himno Nacional, salieron a la calle y se fueron amontonando junto a los portones para sumarse a la explosión, a aquella erupción de energía combativa, forjada con el sacrificio y la tenacidad de quienes defendían su dignidad a cualquier precio.

  Los días que antecedieron al feriado universal, fueron increíblemente amenos.  Entre todos los implicados en nuestra lucha, de adentro y afuera de la Empresa, comenzamos a organizar una precaria Biblioteca, a la que mucha gente trajo, o envió libros de todo tipo; se formó un cuarteto de músicos de Folklore y uno de música Tropical entre los funcionarios, parientes y algunos vecinos. De modo, que una tarde tocaba uno de los grupos, y a la siguiente lo hacía el otro, para no interferir entre sí.
   Con esta nueva estrategia, podíamos resistir indefinidamente, ya que la moral se mantenía en alto, constantemente.

   Nuestro 1º de Mayo, se presentó totalmente encapotado, espesos y obscuros nubarrones presagiaban que la fiesta política anual de los trabajadores, fracasaría en esplendor, caso la aparente llegada de una tempestad de viento, relámpagos y chaparrones, se concretizara. Cerca de las ocho de la mañana, un retumbar de truenos sacudió los vidrios de los ventanales más altos de la Fábrica. Habíamos planeado hacer una fiesta en el verdadero sentido de la palabra; tendríamos invitados, que traerían tortas, pasteles y refrescos; los dos grupos musicales ya tenían su repertorio pronto, y lo ensayaban desde el amanecer.
    La inminente amenaza de mal tiempo, no nos avaló, pues estábamos bajo techo, y algunos vecinos nos trajeron extensiones de energía eléctrica, para amenizar la fiesta.
   En el centro de la Ciudad, frente al edificio de la Intendencia, ya estaba dispuesto un escenario desmontable, con cobertura para sus ocupantes: dos Diputados; el Sub-Secretario del Ministerio de Trabajo y varios delegados de diversos Gremios y Sindicatos del proletariado.
   A las diez menos cuarto de la mañana, sucedió algo que quedaría marcado para siempre en un capítulo inédito de la historia de los trabajadores, como un ejemplo de altruísmo y de consciencia popular: por varias calles vimos aparecer muchedumbres que gritaban el nombre de nuestra Fábrica.
   Se fueron acomodando alrededor de las instalaciones con pancartas que anunciaban un masivo campamento, como medida de adhesión a nuestra lucha. 
  
   Las tortas y pasteles no fueron suficientes; la tempestad se arrepintió de hacerse presente en aquél día, pero la demostración de  reconocimiento a nuestro sacrificio y unión en la resistencia, tuvo sus frutos....
....ahora somos una Cooperativa que produce con menos costos, con más clientes y mucha esperanza.

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  Autor:
  Walter E. Carena

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   Twitter: @wcarena