MEDIO ORIENTE AL ROJO VIVO II
Más allá de las matanzas
Artículo extraído de BITÁCORA, semanario de Montevideo - Nro 529
Y debido a que es tan importante proteger esa
creencia fundamental, se racionalizará, ignorará e incluso negará
aquello que no encaja con la creencia fundamental". Frantz Fanon (“Los
condenados de la tierra”)
Más allá de las matanzas
El suicidio de la izquierda árabe
Por Alberto Cruz (*)
Artículo extraído de BITÁCORA, semanario de Montevideo - Nro 529
"A veces la gente tiene una
creencia fundamental muy fuerte. Cuando están ante pruebas que van en
contra de esa creencia, la nueva la evidencia no puede ser aceptada. Se
crearía una sensación muy incómoda, llamada disonancia cognitiva.
Y debido a que es tan importante proteger esa
creencia fundamental, se racionalizará, ignorará e incluso negará
aquello que no encaja con la creencia fundamental". Frantz Fanon (“Los
condenados de la tierra”)
Egipto estalló. Como era previsible. Y
el estallido se ha llevado por delante a la izquierda árabe. Mejor
dicho, a los restos de la izquierda árabe porque ésta, en realidad, se
ha suicidado. La situación recuerda mucho a la película “La vida de
Brian”, de los fantásticos Monty Python: en la escena final, un grupo de
aguerridos –y bien armados- luchadores se acerca a quien consideran
líder revolucionario, Brian, que está crucificado, y para salvarle… se
suicidan. Pues eso viene haciendo la izquierda árabe desde las tan
traídas y llevadas “primaveras”. Quien tenga interés en profundizar en
la tesis de quien esto escribe que recurra a un viejo artículo de hace
exactamente un año titulado "¿Dónde fueron todas las flores en la
'primavera árabe''?" (1). Quien no, que evite seguir leyendo y no pierda
más el tiempo.
Si ya entonces no tenía ninguna esperanza en las
revueltas, que no revoluciones, tan alabadas en Occidente por una
progresía que nunca –reitero, nunca- ha tenido en cuenta la geopolítica
(es evidente en Siria, pero este sector “progre” sólo parece comenzar a
darse cuenta ahora, cuando se constata con toda su crudeza tras el golpe
de Egipto), mucho menos cuando se observa la deriva de la izquierda
árabe y su accionar en ellas. También ahora se comienzan a publicar
críticas, de una forma aún tímida y que hasta este momento se han
mantenido ocultas, de lo que hace la izquierda árabe. Hay miedo a que te
etiqueten como un simpatizante de los islamistas y ya se sabe que luego
es difícil quitarse esas etiquetas.
Pero cualquiera que tenga los
ojos abiertos, no ya la mente, tiene que ver que si la izquierda árabe
comenzó a ser irrelevante en la década de 1990 tras el golpe militar en
Argelia, con la postura que ha adoptado en Egipto de apoyo al golpe
militar y los llamamientos en el mismo sentido que está haciendo en
Túnez sólo tiene un futuro: la nada.
Ha habido muchos analistas
que se han dado cuenta que se puede hacer un paralelismo entre el golpe
en Argelia de 1992 y el de Egipto en 2013, pero se cuidan muy mucho en
decir que el golpe en Argelia fue impulsado por la Unión General de
Trabajadores y el Partido de la Vanguardia Socialista. El Frente
Islámico de Salvación había ganado las elecciones en la primera vuelta,
iba a revalidar su triunfo en la segunda y eso había que evitarlo a toda
costa. La UGT y el PVS no tuvieron ningún reparo en buscar el apoyo y
la colaboración de los empresarios, agrupados en la Unión de Empresarios
Públicos, y de los intelectuales, agrupados en la Coalición para la
Cultura y la Democracia.
Cuando esa gran Coalición Nacional para
la Salvaguardia de Argelia tomó cuerpo el Ejército dio el golpe militar.
¿A qué recuerdan nombres como Frente de Salvación Nacional en Egipto y
Túnez, y más cuando se constata qué fuerzas lo integran? ¿Y qué pensar
cuando la Unión General de Trabajadores de Túnez da un ultimátum de una
semana al gobierno de Enhada para la creación de un gobierno tecnócrata o
“estará obligada a considerar otras opciones”?
Un refrán
castellano dice que no hay peor ciego que el que no quiere ver puesto
que lo de Argelia es exactamente lo que ha ocurrido en Egipto. Y es el
camino que está recorriendo la izquierda en Túnez. Con la diferencia que
en Egipto los islamistas habían triunfado en varias elecciones desde
2011 como han puesto de relieve algunos analistas como Esam Al-Amin, sin
duda el crítico más lúcido sobre lo que está ocurriendo en Egipto (2).
Sin
embargo, a Esam se le ha escapado algo. Es enternecedor ver cómo el
nuevo ministro de Trabajo egipcio, Kamal Abu Aita, fundador de la
novísima Federación Egipcia de Sindicatos Independientes y feroz crítico
de la represión de los militares cuando éstos prohibían las huelgas en
nombre del Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas y encarcelaban a los
sindicalistas en los meses post-Mubarak bajo la acusación de “detener el
ciclo productivo y socavar la economía”, ahora diga públicamente que
hay que poner fin de inmediato a las huelgas y que “los héroes de las
huelgas [de entonces] deben convertirse en héroes del trabajo y la
producción”.
La pasada del flamante ministro ha sido de tal
calibre que otros dirigentes sindicales de la FESI han salido a matizar
que ellos no van tan lejos y se limitan a pedir “una suspensión de un
año” de todas las huelgas para permitir las reformas dado que, de
mantener esa forma de lucha obrera, “sólo serviría a la estrategia de
los Hermanos Musulmanes”. Con mayores o menores matices es el mismo
discurso que han utilizado otras organizaciones como la Federación
Sindical Egipcia (el sindicato vertical de la etapa de Mubarak) y el
Congreso Obrero Egipcio.
Combatividad sindical
En
Egipto la única izquierda consecuente está en los sindicatos, los más
combativos del mundo árabe. A pesar de la represión de Mubarak,
militares e islamistas. Durante la etapa post-Mubarak y en plena
represión militar del CSFA hubo 3.817 huelgas, más que las realizadas en
los últimos diez años de gobierno de Mubarak. Y el movimiento sindical
fue a más durante el gobierno de los Hermanos Musulmanes, con 5.844
huelgas, sufriendo también una dura represión anti-sindical: la policía
llevaba perros con los que atacaba a los huelguistas. ¿Y ahora el
ministro y los sindicatos piden que se desconvoquen estas formas de
lucha?
La combatividad de los trabajadores egipcios está fuera de
toda duda, pero la presión que ejercen las cúpulas
sindicales-políticas-ministeriales-comunicacionales es de tal calibre
que no será extraño ver cómo se empieza a criminalizar a quienes no
secunden esos llamamientos a abandonar la lucha obrera puesto que una
gran parte de las huelgas que se han convocado hasta ahora se han hecho
al margen de las incipientes estructuras sindicales.
¿Alguien en
su sano juicio piensa que el nuevo gobierno va a cambiar un ápice la
política económica neoliberal de Murabak, de la etapa post-Mubarak del
CSFA y de los Hermanos Musulmanes? Estamos asistiendo a un claro intento
de contener al movimiento obrero y controlarlo por completo. Hasta
ahora todos los movimientos en ese sentido han fracasado. Pero en estos
momentos la izquierda apela a la “legitimidad” de la nueva situación
“que ha sido impulsada por la lucha de masas”. Es lo que dice, por
ejemplo, la Corriente Popular Egipcia (nasserista). Y ese argumento,
repetido machaconamente dentro y fuera del país, pesa mucho.
Aquí
entra un nuevo debate: la sariyya (legitimidad). Para los Hermanos
Musulmanes está en las elecciones que han ganado; para quienes apoyan a
los golpistas está en la plaza Tahrir. Claro que hay más legitimidades,
pero eso no interesa ni a unos ni a otros puesto que ambos se mueven
dentro del sistema. Y el sistema acepta casi todo, una revolución
nacional o burguesa, pero no una socialista que cambie el modelo
económico. Así que cuando la izquierda sale a las calles arropando el
llamamiento de los militares a “combatir el terrorismo” –que no hay- en
nombre de la “legitimidad” de la nueva situación o bien está cavando su
propia fosa o bien está reconociendo que nunca va a ir más allá de lo
que el sistema quiera o bien está cimentando su camino hacia la nada
puesto que el Ejército egipcio de hoy no tiene nada que ver con el de la
época de Nasser (aunque el llamamiento a salir a la calle para apoyar
su política se haya hecho el 26 de julio, día de la nacionalización por
Nasser del Canal de Suez).
Eso ya es jugar con la psique de las
masas puesto que, en contraposición a las nacionalizaciones de Nasser,
los nuevos gobernantes van a profundizar las políticas neoliberales y
privatizadoras impulsadas tanto por Mubarak como por los Hermanos
Musulmanes. Si hubiese alguna duda que éste no va a ser el camino a
recorrer ni Arabia Saudita, ni Qatar, ni los Emiratos Árabes Unidos, ni
Kuwait, ni EEUU, ni la UE, ni el FMI se hubiesen aprestado a socorrer a
Egipto con 12.000 millones de dólares ni a ofrecer su apoyo al golpe.
Los nasseristas egipcios, tan contentos con el movimiento golpista
militar, parecen obviar este simple dato.
Desde luego, quien en el
mundo árabe se considere de izquierdas debería leer a Marx. Leer, no
releer pues es dudoso que alguna vez lo haya hecho y si ha sido así hace
mucho que se deshizo de este tipo de libros en su biblioteca. Y debería
empezar por “El 18 brumario de Luis Bonaparte”. Los militares se
quieren legitimar a sí mismos, y buscar esa legitimación entre las
masas, vinculando ciertas iniciativas con fechas clave en la historia de
Egipto, como la citada nacionalización del Canal de Suez. Marx ya
explicó de forma magistral este comportamiento de la oligarquía política
y militar en 1852, refiriéndose a Francia, pero lo sorprendente es que
la izquierda no lo tenga en cuenta. Marx analizó la revolución francesa
de 1848-1851; desarrolló aún más el principio fundamental del
materialismo histórico, la teoría de la lucha de clases y de la
revolución proletaria, la doctrina del Estado y de la dictadura
proletaria; llegó por primera vez a la conclusión de que el proletariado
triunfante tiene que destruir la máquina del Estado burgués. Pero
claro, la izquierda de hoy no tiene el menor interés en destruir el
Estado burgués ni en Egipto ni casi en ninguna parte.
Tal vez,
sólo tal vez, haya una organización que sí está por la labor: los
Socialistas Revolucionarios. Como toda la izquierda, saludaron con
entusiasmo el golpe pero ahora parecen estar empezando a tentarse la
ropa al constatar no sólo las matanzas de simpatizantes de los Hermanos
Musulmanes, sino la continuación de las medidas represivas contra los
huelguistas. Una dirigente de los SR, y a la vez cargo en la FESI, Fatma
Ramadan, reconoce que el paternalismo de los militares es “un veneno
mortal” para la clase obrera y tiene claro qué está pasando: “las
demandas de los trabajadores son claras, trabajo para ellos y sus hijos,
salario justo, leyes que les protejan frente a los hombres de negocios,
planes reales de desarrollo, libertad de todo tipo, donde no haya
torturas ni asesinatos; los trabajadores no se tienen que dejar engañar
ni dejarse presionar con pretextos como combatir el terrorismo” (3).
Estas
voces, claramente minoritarias hoy dentro de la izquierda, tienen una
excelente oportunidad de redimirse del apoyo inicial al golpe volcándose
con los huelguistas que se resisten a ceder a las presiones de los
nuevos gobernantes para que depongan sus métodos de lucha. Otra vez son
los trabajadores textiles de la combativa localidad de Mahalla al-Kubra
quienes están en la vanguardia, manteniendo la huelga que iniciaron el
31 de julio por el retraso en el pago de salarios en dos empresas: Nasr
Spinning and Weaving Company y Stia Spinning and Weaving Company. El
lema que corean los huelguistas es claro: “no dejes que el Ejército te
engañe”. En el momento de escribir este artículo la huelga cumplía una
semana. Veremos si se gana o si los huelguistas son, como siempre,
reprimidos por la policía.
Está claro que los llamamientos a la
“paz social” se producen porque hay miedo a que la situación se vaya de
las manos porque, y así hay que interpretar el golpe, el movimiento de
masas desbordaba todos los planes tanto de la oligarquía egipcia –donde
se sitúan los militares- como de la llamada “intelectualidad laica y
liberal” –que jamás ha apostado por ningún cambio revolucionario en el
modelo económico-, y de Arabia Saudita, Qatar o EEUU. Incluso de Israel.
La megalomanía de los Hermanos Musulmanes
Porque
esta es otra faceta que la izquierda no tiene en cuenta: las
implicaciones regionales de lo que ocurre en Egipto. Cualquier análisis
que se haga, en Egipto y en otra parte, tiene que tener en cuenta la
situación geopolítica y no verse de manera aislada. Quienes no lo hagan
así sólo verán el árbol en vez del bosque.
Los Hermanos Musulmanes
cometieron muchos errores pero uno, crucial, fue el intento de copar en
poco tiempo todos los sectores de poder en Egipto, con lo que se
enfrentó al mismo tiempo con militares, liberales y salafistas
(financiados por Arabia Saudita). Es de suponer que esta afirmación se
entienda a la primera al ver cómo estos tres sectores han coincidido en
el apoyo al golpe cuando, aparentemente, los HM y los salafistas
comparten los mismos intereses islámicos, como se puso de manifiesto en
el año de gobierno de los HM.
Y junto a este error, otro no menos
importante: los HM, pese a ser unos “hijos” de los intereses de
Occidente en la zona –de forma especial de EEUU, con quien mantenían
unas excelentes relaciones desde 2007- comenzaron a caminar en solitario
intentando controlar todo el marco árabe donde se han producido
revueltas: Túnez, Libia, Egipto, Líbano, Jordania y Siria. Fue aquí
donde encontraron su primer freno: Arabia Saudita. Se dice que el
embajador saudita en El Cairo presionó todo lo que pudo para evitar el
triunfo de Mursi en las elecciones de 2012, lo que tiene sentido si se
tiene en cuenta que Arabia Saudita fue el primer país en saludar el
golpe militar y en felicitar al presidente interino.
Algunos han
hablado del conflicto de poder regional entre Arabia Saudita y Qatar,
con los primeros apoyando a los salafistas y los segundos a los HM. Pese
a lo que se considera evidencias, no es creíble que un pequeño estado
con menos de dos millones de habitantes se enzarce en una pelea de poder
regional que sabía perdida de ante mano. Sí es cierto que entre los dos
países ha habido fricciones por el control de la explotación de gas en
la zona, por ejemplo, pero para quien esto escribe Qatar no ha sido sino
el peón de avanzada de los sauditas mientras se dirimía la lucha por el
poder dentro del propio régimen saudita, gobernado por una
gerontocracia que lo ha paralizado durante año y medio, todo el tiempo
que el rey Abdalá ha estado enfermo. Qatar aprovechó esa inactividad en
política exterior saudita para moverse un poco a su aire, pero en
realidad no había grandes diferencias en cuanto a los intereses de unos y
otros sobre el tutelaje de las revueltas. Qatar hacía el papel de
policía bueno y Arabia Saudita de policía malo. De hecho, los dos se han
apresurado a enviar dinero a Egipto para sustentar al nuevo gobierno y
es significativo que la primera visita a un país extranjero que ha
realizado el nuevo emir qatarí, siguiendo la tradición de su padre, haya
sido a Arabia Saudita. Todo está en orden en el Golfo.
El
verdadero conflicto de poder dentro de Oriente Próximo se ha dado entre
Arabia Saudita y Turquía, los dos países que emergieron como poderes
regionales al inicio de las revueltas y tras constatar la pérdida de
influencia de EEUU en la zona. Es muy significativo que los HM eligiesen
Estambul como la sede de la reunión secreta que mantuvieron nada más
producirse el golpe militar que les desalojó del poder en Egipto (4) y
en la que se acordó la estrategia a desarrollar ante la nueva situación.
No era una cuestión de proximidad, sino de padrinazgo.
También es
significativo que Turquía haya condenado el golpe mientras que, como se
ha dicho, los saudíes lo han apoyado. Y que en una medida sin
precedentes, Erdogan haya decidido dar carpetazo a la rebelión de sus
militares condenando, justo ahora, a importantes penas de cárcel a
varios generales bajo la acusación de preparar un golpe de Estado en
2007. Es un mensaje claro: no va a permitir una alianza, como en Egipto,
de militares y laicos contra su política en unos momentos en los que
aún no se han apagado los rescoldos de las recientes protestas.
Sin
embargo, Turquía ahora está atravesando graves dificultades tanto
internas (las protestas y el acuerdo con los kurdos del PKK) como
externas (los kurdos sirios y su anunciada decisión de proclamar en
agosto una autonomía en el norte de Siria) que le hace ser más débil en
esta lucha de poder regional. Ya no es el jugador explosivo que era hace
dos años (Erdogan fue el primer dirigente musulmán en visitar Libia
tras el derrocamiento de Gadafi, lo mismo ocurrió en Túnez y también fue
uno de los primeros en visitar El Cairo tras el derrocamiento de
Mubarak) aunque no ha perdido toda la fuerza que tenía. Este es el
momento que ha aprovechado Arabia Saudita no sólo en Egipto, sino en
Siria, imponiendo a su candidato entre las filas de los llamados
“rebeldes”.
Mientras que Arabia Saudita y Qatar han ido de la mano
y confluido en al estrategia sectaria contra los shiíes Turquía ha sido
más cuidadosa en ese aspecto dadas sus buenas relaciones con Irán. No
hay que olvidar que si bien Turquía ha sido una de las potencias
impulsoras de la guerra en Siria, ha procurado canalizar su apoyo
político y militar a las fuerzas menos sectarias, justo lo contrario que
han hecho los otros dos países como acaba de reconocer la ONU afirmando
que “el 60% de las armas que Arabia Saudita ha entregado a la oposición
siria ha ido a manos de organizaciones vinculadas a Al-Qaeda” (5).
Tampoco
debería sorprender el hecho de que los militares egipcios –con la
aprobación o no del gobierno interino, que por lo menos no ha protestado
esta decisión- hayan cerrado el paso fronterizo de Rafah, la única vía
de escape que tienen los gazatíes para salvar el bloqueo de Israel, o
que haya clausurado el 80% de los túneles que daban algo de vida a la
empobrecida población de Gaza (6), o que una de las acusaciones a que se
enfrenta Mursi sea sus vínculos con Hamás. Mursi se había movido un
poco, sólo un poco, en lo que respecta a la relación con Israel pero eso
fue considerado como una amenaza intolerable al status quo regional. El
acuerdo de paz con Israel, estratégico para EEUU, tiene que mantenerse a
cualquier coste. Incluso al de un golpe de estado.
Entre la ilusión y la ingenuidad
Y
la izquierda egipcia mira a otro lado en este tema, como en otros,
cuando no se hace vanas ilusiones sobre un “nacionalismo conservador
antiimperialista” de los militares que ha sido repetido, como un mantra,
por un sector significativo de la izquierda occidental. Incluso
marxistas insignes como Samir Amin han calificado al Ejército egipcio
como “una fuerza de clase neutral” tal vez arrebolados por la salida de
mucha gente a las plazas –desde luego no 32 millones, como se ha dicho
en una extraña coincidencia tanto desde los medios de izquierda como
desde los de la burguesía-, en una especie de locura temporal que Frantz
Fanon (otro autor al que habría que leer) llamaría disonancia
cognitiva, como se recoge en la cita inicial de este artículo.
Desde
luego, no se puede ser más ingenuo. La burguesía ha usurpado todos los
símbolos de la izquierda, comenzando por el lenguaje. O más bien, la
izquierda se ha entregado con armas y bagajes a la burguesía. Esto ha
supuesto su suicidio. No es aventurado decir que la izquierda árabe
camina hacia la nada. En ninguna parte del mundo árabe ha habido
revolución alguna y el simple hecho de admitir que lo que está
ocurriendo es una “revolución” supone una des-radicalización de las
luchas que se hacen, desde ahora, siempre en los límites del sistema.
Un
proceso revolucionario supone la transformación de todos –repito,
todos- los aspectos de la sociedad y no sólo de las relaciones
interpersonales, sino de los aparatos del Estado y de las relaciones
económicas y de producción para acabar con todas las formas de opresión.
En el mundo árabe no hay nada de eso, ni atisbos de ello ni a corto,
medio o largo plazo. Aunque algunos todavía sueñen con la “revolución
permanente” o “un proceso de larga duración en el que no hay nada
decidido”. Aún siendo benévolo con ellos, olvidan la geopolítica. Como
siempre.
Notas:
1.- Alberto Cruz, “¿Dónde fueron todas las flores en la ‘primavera árabe’?” http://www.nodo50.org/ceprid/spip.php?article1492
2.-
Esam Al-Amin, “El gran fraude: Reflexiones en torno al golpe militar de
Egipto” http://www.rebelion.org/noticia.php?id=171657 Es de agradecer
el excelente trabajo de la traductora Sinfo Fernández en temas árabes.
3.- Al-Manshour, 26 de julio de 2013, en árabe http://al-manshour.org/node/4316
4.- Islamic Invitation Turkey, 15 de julio de 2013.
5.- Al-Akhbar (Líbano), 2 de agosto de 2013.
6.-
Al-Masri Al-Yawm (Egipto), 15 de julio de 2013. Hay que añadir que
también Morsi clausuró, inundando de aguas fecales, aproximadamente el
10% de los túneles en un intento de congraciarse tanto con Israel como
con EEUU. Si son ciertas estas cifras eso indica que Mursi y los
militares que lo han depuesto, con el apoyo de la izquierda, habrían
destruido el 90% de los túneles que llevan algo de vida a Gaza para
paliar el bloqueo israelí.
(*) Alberto Cruz es
periodista, politólogo y escritor. Su nuevo libro es “Las brujas de la
noche. El 46 Regimiento “Taman” de aviadoras soviéticas en la II Guerra
Mundial”, actualmente en imprenta y que será editado por La Caída con la
colaboración del CEPRID. Los pedidos se pueden hacer a
libros.lacaida@gmail.com o bien a ceprid@nodo50.org.
*
"A río revuelto, ganancia de pescadores"
Ya lo habíamos analizado en la 1ª parte, los motivos y los culpables son muy diversos. Todo nos lleva a la misma conclusión: ¿Hasta cuando vamos a seguir creyendo sus superficiales y convenientes argumentos?
* * *
Walter E. Carena
Twitter: @wcarena
Recomendación especial:
ZEALOT y el Che Guevara Judío
"Él era un zelote revolucionario, que cruzó Galilea reuniendo un ejército de discípulos para hacer llover la ira de Dios sobre los ricos, los fuertes y los poderosos..."
http://unisudamericana.blogspot.com.br/2013/08/zealot-y-el-che-guevara-judio-el.html
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