viernes, 23 de noviembre de 2012

Juventud...¡Divina esperanza! VII - Perú


Juventud Ruralista del Perú




     Muy grande y satisfactoria ha sido mi sorpresa, al descubrir, mientras buceaba en Google buscando información sobre la juventud peruana, que ésta es mucho más politizada de lo que imaginaba. Tal vez por ser escasa la información al respecto, fuera de sus fronteras.
  Para orgullo de Perú y de toda  América Sureña, allí hay una masa juvenil inteligente, rebelde y amante de la justicia social.
  Hay también (lamentablemente) organizaciones político-económicas, criollas y foráneas, que están plenamente conscientes de la poderosa energía social que la juventud inteligente y unida representa. Por tal motivo, le "ponen palos a las ruedas" de  las políticas reivindicativas de agrupaciones como JARC - Perú. La necedad de la clase política, en negarse a atender la solicitud de la restitución del CONAJU (Consejo Nacional de la Juventud), es una muy clara prueba de que ésta le teme a esa energía social juvenil.
   Los jóvenes no deben renunciar a sus diversiones, entretenimientos y placeres, pues es un derecho natural, moral y legal, que nadie en su sano juicio, osaría negar. Pero esas actividades inherentes a la edad, no pueden desplazar o apagar las actividades socio-políticas. Siempre debe existir un "cuarto de hora",  para las cosas serias, o sea, las responsabilidades como ciudadano, como estudiante, como trabajador y como luchador por cambios que mejoren la calidad de vida de la sociedad, porque los jóvenes son parte sustancial de ella, y mañana serán adultos que darán ejemplos de grandeza y altruísmo. 
   Me consta que existe una buena parte de muchachos, que tienen ese "cuarto de hora" desde hace mucho tiempo, a ellos me refería al principio de esta nota.
   Pero también sé que la otra parte - tal vez, la mayoría -, prefiere distraerse con los espejitos de colores que el neoliberalismo no para de inventar y publicitar, a través de un marketing muy especialmente elaborado. Cuando los Conquistadores comenzaron a invadir nuestras tierras indígenas, vírgenes de individualismo y sentimiento de posesiones superfluas, obsequiaban a los diferentes caciques tribales, chucherías sin valor, como cuencas de colores,  espejos, cinturones adornados con vidrios coloridos, barriles de ron y decenas de artículos superfluos y sin valor comercial. Como retribución, los pobladores autóctonos de las diferentes regiones, les entregaban obsequios de oro, plata,  madera de la mejor caildad, y tallados en piedras preciosas.
  Hoy aún nos siguen entregando baratijas ,a cambio de muchos créditos sobrevalorizados. La "Canción de Malinche" de Amparo Ochoa, nos ilustra muy claramente este intercambio, desigual y absurdo.
  Por si a alguien le cosquillea alguna duda, especifico que los espejitos de colores actuales, no son otra cosa que los millones de celulares cada vez más completos (¿alguno de ellos, duró más de dos años?); los cada vez más compactos y sofisticados reproductores musicales; los cada vez más violentos juegos electrónicos; los juguetes motorizados como motos, ciclomotores, jet-skis, monopatines, patinetas y skates a motor. Y esto, por hablar apenas de los artículos de consumo superfluo para el mercado juvenil.
    Y como retribución, los pobladores regionales, les entregamos millones de dólares...y lo que es peor: nos dejamos distraer durante horas con sus baratijas absolutamente vacías de contenido didáctico. Hacemos exactamente lo que los pulpos de la economía globalizada, quieren que hagamos: nos estupidizamos.
    El clasismo, recalcitrante y políticamente fundamentalista, es otra arma solapada, que el capitalismo a estado usando con inusitado éxito, entre la juventud de las grandes ciudades, para dividir a los grupos juveniles, y poder manipuilarlos a su antojo. "El pobre se queja porque es envidioso" , se le ha oído decir a más de un estudiante de las Escuelas y Universidades privadas. Los clasistas acostumbran a desdeñar a todos los valores morales elementales.
  El regocijo de esos magnates de la industria legal e ilegal, debe ser sin precedentes, ya que con esos inventos   tecnológicos, han logrado  que el volcán de la juventud Latinoamericana, permaneciera adormecido.
  ¿No te parece joven latinoamericano, que es hora de entrar en erupción?
   Nosotros, los adultos honestos y humanistas, no los vamos a dejar  solos, pues hasta ahora, y por siempre, estaremos comprometidos con la noble causa de la Justicia Social.
 
 
   Walter E. Carena